De Marrakech a Vivaldi pasando por Arizona

El nuevo primer ministro belga, Alexander de Croo (centro de la imagen) | © Raul Mee / EU2017EE Estonian Presidency
El nuevo primer ministro belga, Alexander de Croo (centro de la imagen) | © Raul Mee / EU2017EE Estonian Presidency

Casi 2 años han pasado desde que Bélgica tuvo un gobierno estable por última vez: a principios de diciembre de 2018 comentamos aquí la caída del gobierno de Charles Michel y, posteriormente, los resultados de las elecciones, que mostraron una fuerte polarización hacia la derecha en Flandes y hacia la izquierda en Valonia, lo cual dificultaba enormemente la negociación de un gobierno con una mayoría de diputados suficiente a ambos lados de la frontera lingüística.

Sin embargo, y después de unas elecciones, una crisis sanitaria (no terminada, desgraciadamente) y una serie de circunstancias que explicaremos a continuación, Bélgica tiene un gobierno encabezado por el liberal flamenco Alexander de Croo y apoyado por liberales (MR y Open VLD), socialistas (PS y SP.A), verdes (Ecolo-Groen) y democristianos flamencos (CD&V, sin los francófonos del CDH). Se trata de una coalición que cuenta con el apoyo de la parte francófona (47 diputados de 63) pero sin mayoría en la parte flamenca (41 diputados de 87), lo cual ha suscitado fuertes críticas de los nacionalistas flamencos. Pero la suma total da 87 diputados, lo cual significa que cuenta con la mayoría absoluta de la cámara (150). Contrariamente a lo que se piensa, no es obligatorio (aunque sí aconsejable) que un gobierno tenga mayoría en ambos grupos lingüísticos, y de hecho, el gobierno Michel tampoco tenía mayoría en el lado francófono.

Ha costado mucho llegar a esta coalición «Vivaldi», llamada así porque cada una de las cuatro familias de partidos que la componen representan una estación del año, como en la obra más famosa del compositor italiano, Las cuatro estaciones. Vamos a intentar resumir lo máximo posible qué ha ocurrido en estos meses y cómo hemos llegado hasta aquí.

El gobierno de emergencia de Sophie Wilmès.

Tras la caída del gobierno en diciembre de 2018 por la oposición del N-VA al pacto migratorio de Marrakech, se había optado por aguantar hasta las elecciones de mayo de 2019 con un gobierno en affaires courantes (en funciones). Sin embargo, el resultado tan polarizado en las elecciones había sido un jarro de agua fría para todos y la parálisis se instaló en la vida política belga: los líderes parecían incapaces de encontrar una salida adecuada con los resultados salidos de las elecciones, que no ofrecían mayorías estables.

Pocos movimientos realmente importantes se produjeron entre mayo de 2019 y marzo de 2020 más allá de las misiones infructuosas de varios informateurs como Koen Geens (ministro de Justicia) o el dúo Sabine Laruelle/Patrick Dewael (presidentes del Senado y de la Cámara de Representantes, respectivamente), que seguían sin encontrar una solución al problema: quizás la idea más llamativa fue la «coalición espejo» propuesta por el líder del CD&V Joachim Coens: que los partidos en el gobierno en Flandes y Valonia se «reflejaran» en el gobierno federal y formaran parte de él, idea que fue fuertemente criticada por parte francófona por «olvidar» a Bruselas. Por otra parte, las coaliciones Arizona y Vivaldi empezaban a sonar como posibles soluciones.

La crisis del Covid-19 y la necesidad de que el gobierno tomara decisiones importantes que no podían tomarse estando en funciones parecieron sacar a la política belga del impasse. Y así fue cómo Sophie Wilmès, que había sido nombrada primera ministra en funciones el 27 de octubre tras la salida de Charles Michel, fue elegida Primera Ministra con plenos poderes para actuar contra la pandemia, con el apoyo extraordinario de 10 partidos políticos de la Cámara.

Con un mandato estable para varios meses y con fuertes restricciones a causa de la pandemia, la política quedó durante un tiempo aparcada, ya que Bélgica presentó además unas cifras realmente malas durante varias semanas. Sin embargo, con la llegada del verano y la mejora de la situación, los líderes políticos volvieron al trabajo.

Arizona: la unión ¿deseable? imposible

Hemos comentado en más de una ocasión la fuerte rivalidad que hay entre el partido socialista francófono (PS) y el partido nacionalista flamenco (N-VA): sus postulados son prácticamente opuestos y son los partidos más votados en sus respectivas regiones. La idea de sentar a ambos partidos en la misma mesa de negociación se hacía muy complicada pero parecía igualmente necesaria para intentar desbloquear la situación.

A finales de junio/principios de julio, los líderes de los 3 partidos que formaban parte del gobierno Wilmès (llamados «los tres Reyes Magos»), empezaron una serie de consultas para acercarse a varios partidos políticos, principalmente al N-VA y al SP.A (socialistas flamencos), pero, paralelamente, el PS y el N-VA iban reconociendo que tenían que dejar a un lado sus diferencias. Finalmente, el 20 de julio, los líderes de ambos partidos Paul Magnette y Bart de Wever recibían del rey Felipe el encargo de buscar una mayoría de gobierno.

Así fue como comenzaba el intento de la «vía Arizona», llamada así por sus colores, que representan a los partidos que en principio podían integrarla: rojo (socialistas), azul (liberales), amarillo (nacionalistas) y naranja (democristianos).

Bandera del estado de Arizona

Sin embargo, las fuertes diferencias entre De Wever y el joven líder liberal francófono Georges-Louis Bouchez acabaron con la retirada de la familia liberal de la negociación, por lo que la posible coalición perdía su mayoría parlamentaria. Las negociaciones continuaron, pero un comunicado conjunto de liberales y verdes mostrando su rechazo a los puntos del acuerdo que se iban haciendo públicos hirió de muerte la misión de Magnette y De Wever.

Finalmente, el 14 de agosto ambos líderes presentaban su dimisión. La posibilidad de un histórico acuerdo N-VA/PS se desvanecía… por la influencia de un tercero.

Los liberales toman el mando

Tras unos días de confusión, en los que incluso la posibilidad de elecciones anticipadas estuvo presente, el 18 de agosto el líder liberal flamenco Egbert Lachaert aceptaba del rey la misión de buscar una nueva mayoría de gobierno.

Tras unas semanas de consultas, a principios de septiembre se empezaban a ver varios signos positivos en las reuniones entre partidos: en principio eran 8: los liberales (MR y Open VLD), socialistas (PS y SP.A), verdes (ECOLO-Groen) y democristianos (CD&V y CDH), aunque los democristianos francófonos finalmente cayeron de las negociaciones.

El hecho de que la coalición no tuviera una mayoría de votos en el lado flamenco (41 de 87) despertó fuertes críticas desde el inicio, sobre todo por parte del N-VA, que además se ha sentido traicionado por los liberales (con los que gobierna en Flandes).

La importancia e influencia de los liberales en este proceso ha sido tan grande que ellos mismos estuvieron hace unas semanas a punto de «cargarse» también esta negociación por unas polémicas palabras de su líder francófono Bouchez sobre quién encabezaría el próximo gobierno.

Finalmente, las aguas volvían a su cauce y el 28 de septiembre se anunciaba que un acuerdo de gobierno sería «inminente», acuerdo que se cerró el 30 de septiembre con el nombramiento del liberal flamenco Alexander de Croo, de 44 años, como nuevo primer ministro y la jura de su gobierno, compuesto por 14 ministerios y 5 secretarías de Estado con rango de ministerio.

Bélgica ha tardado 493 días en formar gobierno desde las elecciones del 26 de mayo de 2019, pero si tenemos en cuenta que el gobierno de Michel cayó el 18 de diciembre de 2018 (y sin tener en cuenta el paréntesis de Wilmès por la crisis del Covid-19), el país ha estado realmente 652 días sin un gobierno estable.

¿Qué le espera al gobierno De Croo?

Sin duda la crisis del Covid-19 ha cambiado toda la política de los países, y a eso tendrá que hacer frente De Croo, quien junto al líder socialista Magnette, presentó el día 30 su programa de gobierno fruto de los acuerdos alcanzados con los otros partidos. No en vano, uno de los puestos del nuevo gobierno es una secretaría de Estado para la Recuperación Económica, con rango de ministerio, encabezada por el socialista francófono Thomas Dermine.

Más difícil incluso parece la lucha política con los otros partidos de la cámara (la extrema izquierda del PVDA-PTB, el N-VA y la extrema derecha del Vlaams Belang), algunos de los cuales ya ha anunciado una oposición «por tierra, mar y aire» a este gobierno que consideran «ilegítimo». Mucho tendrá que trabajar y pelear su gobierno para ganar la batalla de la opinión pública, especialmente al norte del país, donde preocupa y mucho la subida del Vlaams Belang, primer partido de Flandes según las encuestas.

Las próximas elecciones belgas están previstas para 2024. La situación interna no es estable y está fuertemente condicionada por las circunstancias actuales. Le deseamos mucha suerte al nuevo primer ministro, sin duda la va a necesitar.

La cita de Pas de Deux

De izquierda a derecha: Hilde Van Roy, Walter Verdin y Dett Peyskens, integrantes del grupo Pas de Deux | © Pas de Deux / Wikimedia Commons
De izquierda a derecha: Hilde Van Roy, Walter Verdin y Dett Peyskens, integrantes del grupo Pas de Deux, en 1982 | © Pas de Deux / Wikimedia Commons

A pesar de que este año el Festival de Eurovisión que iba a celebrarse en Rotterdam ha sido cancelado a causa del Covid-19, aprovechando la semana en la que se iba a celebrar, vamos a hablar de una canción que causó una gran controversia en su época pero que actualmente está considerado como un tema de cultoRendez-vous, del grupo Pas de Deux, que representó a Bélgica en el Festival de 1983 celebrado en Munich (Alemania).

A pesar del nombre del grupo (que hace referencia a un paso de danza) y del título (que significa «cita»), los intérpretes eran flamencos y la letra del tema estaba en neerlandés. El grupo se formó en Lovaina en 1982 y sus integrantes eran Walter Verdin (que era el componsitor de la canción), Dett Peyskens (cantante, bailarina y acriz) y Hilde van Roy (periodista).

 

El escándalo de la final belga

Ya hemos hablado alguna vez del Eurosong, la mítica final nacional flamenca organizada cada 2 años por la VRT para seleccionar la canción que iba a representar a Bélgica en Eurovisión. El Eurosong de 1983 se celebró el 19 de marzo en el Amerikaans Theater de Bruselas, muy cerca del Atomium: no en vano, esta sala formaba parte del pabellón de Estados Unidos en la Expo de 1958, de ahí su nombre.

El presentador Luc Appermont dio la bienvenida al cerca de medio millón de flamencos que veía el programa desde sus casas: aseguró que iba a ser «una fecha legendaria», aunque seguro que no se imaginaba lo que iba a ocurrir después.

Tras varias semifinales, llegaron a la final 9 canciones, entre las que destacaban Sofie con Nummer één (favorita de la prensa) y Bart Käell con Symfonie, que tenía el mayor número de fans en la sala. Pas de Deux, que habían decidido presentarse al Eurosong sin tomárselo muy en serio, actuaron los séptimos y recibieron un aplauso muy poco entusiasta por parte del público: sin duda la canción había sorprendido, aunque no en sentido positivo.

El jurado de la BRT (entonces no era aún VRT) votaba otorgando 1, 5, 7 y 10 puntos a sus cuatro canciones favoritas, y cada miembro del jurado había escrito el nombre del cantante al que había votado en una papeleta con forma de disco. El presentador leía primero todas las papeletas de 1 punto, luego las de 5 puntos, 7 puntos y finalmente las de 10 puntos, por lo que al final toda la votación cambió, ya que hasta el momento de leer las papeletas de 10 puntos, Pas de Deux sólo tenía 7 puntos.

Ante la incredulidad de la audiencia, Pas de Deux recibió seis dieces y acabó dándole la vuelta al marcador, lo cual provocó abucheos y gritos, algo sorprendente en el siempre comedido y educado público flamenco. El grupo no sólo no se amedrentó, sino que se vino arriba cuando interpretó de nuevo la canción ganadora, animando incluso a la gente a seguir abucheando.

Rendez-vous seguía, en parte, la línea ya marcada por otra mítica canción belga, en este caso francófona: Euro-Vision, del grupo Telex, que había ido al Festival en 1980. Ambas canciones coincidían en tener sonidos modernos y una actuación poco convencional. Aparte de en neerlandés, se grabaron versiones de Rendez-vous en inglés y en francés.

 

Pas de Deux en Eurovisión

La participación belga de aquel año es recordada como una de las más extrañas de la historia y es la canción con la letra más corta que jamás ha ido al Festival: Rendez-vous, maar de mat is vol en m’n kop is toe (que se podría traducir por Cita, pero ese es el límite y me callo), una frase sin sentido de 11 palabras que se repetía durante 2 minutos y 47 segundos con una extravagante coreografía que ha quedado en la memoria colectiva belga. La canción obtuvo 13 puntos (8 de los cuales fueron del jurado español), finalizando en la posición 18 de 20 participantes.

Aunque resulte contradictorio, y a pesar del mal resultado en el Eurovisión y la baja popularidad entre el público flamenco, la canción estuvo durante semanas en el top 30 de éxitos de Flandes y obtuvo algunos reconocimientos, sobre todo en círculos más alternativos. Después del Festival, Pas de Deux publicaron alguna otra canción como por ejemplo Mani meme, que seguía la estela de Rendez-vous, y finalmente el grupo se disolvió en 1984, ya que sus integrantes decidieron dedicarse a otros trabajos. No volvieron a juntarse hasta 2014, cuanto participaron en el festival The Sound of the Belgian Underground en Bruselas.

 

¿Realmente significa algo la canción?

Ante la pregunta recurrente de si la letra de Rendez-vous tiene algún significado, Walter Verdin desveló el misterio hace unos años: la canción habla de un amor que se termina, y de hecho, el tema no deja de tener un trasfondo sombrío y triste. Verdin contó también que originariamente la canción tenía tres estrofas aparte del estribillo que conocemos, pero finalmente optó por borrar las estrofas y añadir en m’n kop is toe al texto que quedaba.

Se ha querido ver en Rendez-vous y su éxito en el Eurosong una «victoria del nihilismo» en una sociedad como la belga, que en los años 80 vivió una época de gran crisis y violencia (véase los asesinos de Brabante). Sin embargo, el propio compositor asume que la canción ganó, simplemente, porque era la menos mala de las que se presentaron.

Actualmente, Rendez-vous se puede seguir escuchando en la radio belga y, como decíamos al principio, se considera un tema de culto.

También os dejamos aquí una de las canciones que presentaron en las semifinales del Eurosong, Cardiocleptomanie:

Bart de Wever: el ‘rey del norte’

Bart de Wever en 2014 | Miel Pieters - Wikimedia Commons
Bart de Wever en 2014 | Miel Pieters – Wikimedia Commons

Es imposible entender la política belga de los últimos 10-12 años sin la Nueva Alianza Flamenca (N-VA, Nieuw-Vlaamse Alliantie), el partido político que desde las elecciones locales de 2012 ocupa un lugar hegemónico en la tradicionalmente conservadora Flandes y, por tanto, también a nivel federal. Y no puede entenderse ese éxito sin el papel de algunas de sus figuras más relevantes, empezando por su líder, Bart de Wever.

En un movimiento inesperado por todos, y sólo unos días después de haber formado equipo de gobierno en Amberes tras revalidar en las urnas su mandato como alcalde, de Wever anunció su intención de presentarse a las elecciones de mayo al Parlamento Flamenco como candidato a convertirse en el próximo ministro-presidente de Flandes. Geert Bourgeois, actual ministro-presidente flamenco (también del N-VA) encabezará la lista del partido en las elecciones europeas.

Un hombre carismático e inteligente, admirado en Flandes y denostado en el Valonia, llamado ‘el rey del norte’ por su propio partido en Instagram… ¿quién es realmente Bart de Wever?

 

Su biografía

Nacido en Mortsel (al lado de Amberes) en 1970 y licenciado en Historia por la Universidad Católica de Lovaina (KU Leuven), de Wever inició su vida profesional en la propia universidad, en la que trabajó como investigador y fue autor de varias publicaciones.

Aunque en Lovaina ya había pertenecido a la organización estudiantil nacionalista KVHV (Katholiek Vlaams Hoogstudentenverbond, Unión de estudiantes universitarios católicos de Flandes), su primer contacto con la política se produjo en 1996, año en el que se integró en el equipo del distrito amberino de Deurne (donde reside actualmente) del partido VolksUnie (VU – Unidad Popular), partido nacionalista flamenco germen de la actual N-VA. En 2004 (año en que fue elegido presidente del N-VA) fue elegido también diputado en el Parlamento Flamenco y en 2007, en la Cámara de Representantes, aunque en 2009 volvió al Parlamento Flamenco. Y desde 2012 es alcalde de Amberes.

 

Ideología y polémicas

Gran defensor de la idea del «confederalismo» como única alternativa al actual sistema federal (que considera «roto y enfermo»), de Wever es conocido por hablar un lenguaje claro, directo y sin ambages, algo poco usual en la política belga, tradicionalmente conservadora en las formas y siempre intentando buscar el famoso compromis belge para solucionar los problemas.

Sabedor de que su influencia en la política belga como líder del partido más grande del país es muy importante, de Wever no ha dudado en interferir en la política federal en varias ocasiones, llegando incluso a ser acusado de ‘chantajear’ al Primer Ministro Charles Michel con retirar el apoyo de su partido cuando éste quiso prescindir de Theo Francken (Inmigración) a principios de 2018. También ha sido acusado de ser el ‘Primier Ministro en la sombra’ durante el mandato de Michel, y no ha dudado tampoco en ser uno de los precursores del ‘cisma de Marrakech’ que provocó finalmente la caída del gobierno en diciembre.

En la Bélgica francófona, de Wever es percibido con abierta antipatía por la mayoría de los partidos al considerarle a él y a su partido como los que quieren destruir Bélgica y poner sus ambiciones personales y territoriales por encima del bienestar común. Especialmente duro ha sido siempre el enfrentamiento entre de Wever y el N-VA con el PS (socialistas francófonos), ambos partidos hegemónicos en sus respectivas partes del país y con ideologías abiertamente contrarias: prueba de ello fue el duro debate que de Wever y el líder socialista Paul Magnette tuvieron con motivo de las elecciones de 2014.

Asimismo, Bart de Wever, como todos los dirigentes del N-VA, se ha manifestado públicamente en numerosas ocasiones contrario al encarcelamiento de los políticos catalanes, a los que él considera «presos políticos».

 

‘Zet die ploat af’

De Wever es también una personalidad en los medios flamencos, habiendo aparecido en multitud de debates e incluso concursos como De Slimste Mens Blokken. Sin embargo, especialmente famosa fue la frase, dicha en claro dialecto de Amberes, ‘zet die ploat af’ (que podríamos traducir por ‘apaga la música’) cuando tras su victoria en las elecciones locales de 2012, no podía iniciar su discurso porque la música estaba muy alta. Esta frase fue motivo de broma en Flandes durante meses.

 

 

San Nicolás y Pedro el Negro

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San Nicolás y Pedro el Negro en un desfile en Países Bajos | Michell Zappa / Wikimedia Commons

El 6 de diciembre se celebra Sinterklaas / Saint Nicolas: la fiesta de San Nicolás, probablemente la más vistosa, entrañable y típica de cuantas se celebran en Bélgica y en Países Bajos.

La fiesta tiene su origen en el día de San Nicolás de Mira o de Bari (según las tradiciones), que fue un obispo cristiano nacido en el siglo III en Mira (actual Turquía) y que murió en Bari (Italia) precisamente el 6 de diciembre. Se le considera el patrón de Rusia, Grecia, Turquía, de los niños y los marineros. Se tiene constancia de que esta fiesta se celebra desde al menos el siglo XIII, aunque probablemente ya se celebraba antes.

Sinterklaas es una fecha muy importante en el calendario belga (flamenco sobre todo) y muy especialmente en Países Bajos, en donde incluso tiene su propio programa de «noticias» en la televisión pública cuando se acerca la fecha del festivo.

La tradición flamenca y neerlandesa

A partir de mediados de noviembre, y casi hasta el mismo 6 de diciembre, se celebra la llegada de San Nicolás a diversos puntos de Países Bajos y Bélgica de una manera festiva y vistosa, llegando en barco y siendo recibido por el alcalde de la ciudad. Según la tradición, San Nicolás viene de España: unos dicen que de Madrid (complicado en barco, pero quién sabe) y otros desde Alicante. San Nicolás se desplaza en un asno (según los francófonos) o en un caballo blanco (según los neerlandófonos) de casa en casa dejando regalos.

Es curioso porque San Nicolás no tiene ningún vínculo con España, pero parece que la confusión se debe a que durante siglos, el sur de Italia (donde se sitúa Bari, lugar de su entierro) estuvo en manos de la corona española (Nápoles y Sicilia), por lo que la historia acabó simplificándose y haciendo que San Nicolás viniera de un país y de una ciudad en la que realmente parece que no estuvo nunca.

Durante las semanas previas, al igual que se hace en España con los Reyes Magos o Papá Noel, los niños escriben cartas a San Nicolás y es habitual que él o sus ayudantes (de quienes hablaremos más abajo) estén en las tiendas escuchando a los niños.

En muchas casas, el Sint deja los regalos después de cenar. Y aparte de hacer regalos en casa, es habitual regalar en los lugares de trabajo chocolate, mandarinas y galletas speculoos.

A modo de anécdota familiar, os comentaré que mi ex pareja solía contarles a sus primos pequeños (que sabían que no era belga porque hablaba neerlandés «raro» según ellos) que como yo era de España, conocía personalmente a San Nicolás y que iba a «chivarme» de si se portaban bien o mal.

Pedro el Negro

Sin embargo, en los últimos años, el auténtico protagonista de esta fiesta ya no es San Nicolás, sino Père Fouettard (francés) o Zwarte Piet (neerlandès), traducido en español como Pedro (o Pedrito) el Negro: un vistoso ayudante/sirviente (a menudo varios) con la cara pintada de negro, los labios pintados de rojo, y el pelo negro muy rizado. No está claro de dónde sale este personaje aunque aparece tardíamente, hacia el siglo XIX: según la tradición es un ayudante del Santo con la cara negra a causa del hollín de las chimeneas (ya que es quien entra en las casas a dejar regalos), pero su atuendo morisco y el hecho de que tenga el pelo rizado y los labios marcados, hacen pensar que se trata de un sirviente/ayudante negro.

Pedro el Negro es, desde hace años, una gran fuente de polémicas, especialmente en Países Bajos, ya que una gran parte de la población considera que es un estereotipo racista y un recuerdo del pasado colonial que debería ser eliminado. Otros sin embargo se aferran a la tradición que indica que es un ayudante manchado de hollín. Este año, en Países Bajos, la Policía ha tenido que intervenir en algunos desfiles para evitar enfrentamientos entre defensores y detractores de Zwarte Piet.

Parece que la disputa no tiene fácil solución, aunque la tendencia es hacer que el personaje, aún presente en dibujos y libros, vaya desapareciendo de los desfiles.

¿Santa Claus o Sinterklaas?

Se supone que los emigrantes holandeses que llegaron a los actuales Estados Unidos llevaron también la tradición de Sinterklaas a sus colonias (recordemos que la actual Nueva York era originariamente Nueva Ámsterdam, un asentamiento holandés). Con el paso de los años, «Sinterklaas» parece que se convirtió en «Santa Claus», nuestro actual Papá Noel, que para ser diferenciado del Sint, en neerlandés le llama Kerstman.

El Armisticio

Firmantes del Armisticio de 1918 en Compiègne | Bundesarchiv - Archivo Federal de Alemania / Wikimedia Commons
Firmantes del Armisticio de 1918 en Compiègne | Bundesarchiv – Archivo Federal de Alemania / Wikimedia Commons

De todos los festivos del calendario belga, el del 11 de noviembre era el único que yo desconocía por completo cuando llegué a Bélgica. Y sin embargo, es una fecha importante no sólo en este país, sino en otros como Francia, Serbia, Canadá o Reino Unido.

En 2018, además, la firma del Armisticio del 11 de noviembre de 1918 cumple 100 años, lo cual le da un significado especial a la fecha. En los periódicos españoles, de hecho, podemos leer algunos artículos sobre esta efeméride: por ejemplo, el diario El País ha publicado recientemente un artículo relacionado a este hecho muy interesante, sobre un soldado que murió 10 minutos antes de que se anunciara el alto el fuego.

 

¿Qué se celebra el 11 de noviembre?

Se llama oficialmente «Día del Armisticio» (Armistice en francés, Wapenstilstand en neerlandés) y conmemora el fin de las hostilidades de la I Guerra Mundial: firmado en el vagón de un tren en la localidad francesa de Compiègne (situada al norte del país, no muy lejos de la frontera belga), suponía el fin de una guerra que después de 4 años había tenido unos 20 millones de víctimas (de la cuales se calcula que unas 100.000 fueron belgas) y había supuesto una terrible destrucción en los países implicados.

El Armisticio de Compiègne supuso un cese en las hostilidades, pero oficialmente se considera que la I Guerra Mundial terminó con la firma del Tratado de Versalles. En Compiègne, sin embargo, ya se fijaban las duras condiciones que en Versalles se impondrían a Alemania como perdedora de la guerra.

En Bélgica, los alemanes tardaron aún dos semanas en abandonar  por completo el país después de la firma del Armisticio.

En junio de 1940, y después del éxito de la ocupación de Francia por los nazis, Hitler haría que los franceses firmaran el armisticio y la rendición en el mismo lugar y en el mismo tren en el que 22 años antes se había firmado el de 1918.

 

Bélgica en la I Guerra Mundial

Es imposible resumir el papel del país en la guerra en un apartado de un artículo, pero es bien sabido que los belgas, a pesar de sufrir la ocupación alemana, hicieron un papel de contención importantísimo que fue de gran ayuda para los aliados, y que la provincia de Flandes Occidental (cerca de Brujas) fue testigo de cruentas batallas: de algunas de ellas ya os hemos hablado, así como de los refugiados belgas que tuvieron que huir del conflicto. Especialmente importante y elogiado fue el papel del rey de los belgas Alberto I como dirigente de la resistencia.

Os recomendamos que, si os interesa el tema, visitéis las localidades de Ypres (Ieper) y Dixmuda (Diksmuide) y los grandes cementerios militares que hay en la región (especialmente el británico), así como el museo In Flanders Fields de Ypres. En Bruselas, podéis visitar la Tumba o Columna del Soldado Desconocido, inaugurada en 1922 por Alberto I en honor a los caídos en la guerra y en la que yacen los restos de un soldado muerto que, según se cuenta, fue escogido al azar por un invidente.

En este enlace tenéis un resumen muy sencillo de la I Guerra Mundial en Bélgica, por si queréis descubrir los puntos importantes de la misma, y en este otro enlace podéis ver las celebraciones e información del propio gobierno belga.

 

 

Minerva: los coches belgas

Relieve de homenaje a los caídos de Minerva Motors, situado en la Rodestraat de Amberes. Foto propia.
Relieve de homenaje a los caídos de Minerva Motors, situado en la Rodestraat de Amberes. Foto propia.

Un día, paseando por las calles del barrio de Amberes en el que vivía (cerca de la Universidad), me topé con el relieve de la fotografía. Me sorprendió por su tamaño (era más alto que yo) y por la inscripción «Minerva Motors NV». ¿Una marca de coches? ¿Y belga?

Efectivamente, el relieve (homenaje a los caídos en la I Guerra Mundial) estaba dedicado a los obreros una marca belga de coches de lujo que existió en la primera mitad del siglo XX. La mayoría ya ha olvidado este nombre. o les queda muy lejano, pero algunos historiadores y conocedores del mundo del motor aún lo recuerdan. ¿Qué sabemos de Minerva Motors?

 

Una marca de Amberes… fundada por un holandés

En 1883, el holandés Sylvain De Jong (nacido en Bergen-op-Zoom, cerca de la frontera con Bélgica) se estableció en Berchem (hoy parte de Amberes) y abrió una tienda de bicicletas. Con los años, pasó de las bicicletas a las motocicletas y, finalmente, a los coches. Así pues, Minerva empezó a vender los primeros coches en 1902. Se desconoce por qué optó por el nombre de Minerva, que es la diosa romana de la sabiduría.

Sus motores eran de tal calidad que se exportaban a Alemania y Reino Unido, y fue comparada con otras marcas de lujo de su tiempo como Rolls-Royce o Hispano-Suiza. Los vehículos eran muy caros y se hacían a mano.

A principios de la década de 1910, el éxito de los coches Minerva era tal que la producción de 1910-11 se vendió antes de que empezara siquiera, y en 1912 la producción de coches Minerva representaba la mitad del total de los coches fabricados en Bélgica. También lanzó una línea de camionetas y furgonetas.

El éxito de Minerva terminó a finales de la I Guerra Mundial: la marca belga no pudo competir con las nuevas marcas de lujo francesas y alemanas ni con la producción de coches a nivel masivo. Su fundador De Jong murió en 1928, cuando la marca contaba con 7000 trabajadores y justo antes de la crisis de la década de los años 30, que también fue decisiva. La compañía quebró en 1934 (sólo quedaban entonces 1200 trabajadores) y se fusionó poco después con otro constructor belga, Imperia, continuando la producción hasta 1938.

Después de la II Guerra Mundial, la continuadora de Minerva se dedicó a producir Land Rovers para el ejército belga hasta 1953. Había planes para volver al mercado, pero finalmente ninguno vio la luz, por lo que la empresa cesó su actividad en 1956, cerrando definitivamente en 1958.

En 2013 se presentó un prototipo de coche híbrido que recuperaba el nombre y el logotipo de Minerva, pero no se tiene constancia de que se haya construido.

 

¿Cómo eran los coches Minerva?

Minerva quiso desde el principio ser una marca de lujo y los coches que se conservan dan buena fe de ello. Os dejamos abajo con un vídeo sobre una pequeña colección de coches Minerva en Kontich (y varios vídeos con modelos) y la página de Pinterest en la que podéis ver numerosas imágenes de modelos de la marca.

 

Gazette van Detroit

Vista parcial de Detroit, EEUU | Shawn Wilson - Wikimedia Commons
Vista parcial de Detroit, EEUU | Shawn Wilson – Wikimedia Commons

Como es bien sabido, los inmigrantes han jugado un papel fundamental en la historia de Estados Unidos, desde el desembarco de los primeros europeos en la costa Este hasta las grandes olas migratorias de los siglos XIX y XX. Y por supuesto, los belgas también formaron parte de esos grupos de inmigrantes: se calcula que cerca de 150.000 belgas cruzaron el Atlántico entre 1850 y 1930 tanto a Estados Unidos como, en menor medida, a Canadá.

Y una prueba de esa comunidad de inmigrantes es el tema que hoy os traemos: este periódico en neerlandés fundado por un belga en 1914 y que desgraciadamente dejará de publicarse en diciembre de este año, siendo el único periódico estadounidense en este idioma que aún existía.

 

Un poco de historia

La «Gaceta de Detroit» fue fundada por Camiel Cools, un inmigrante originario de Moorslede, una pequeña localidad de Flandes Occidental, que llegó a Detroit en 1889. En aquella época, esta provincia flamenca tenía un alto desempleo, por lo que fueron muchas las familias que emigraron a Estados Unidos en busca de una vida mejor y, en concreto, muchas fueron a Detroit y su área a trabajar tanto en la industria del automóvil como al otro lado de la frontera, en Canadá. El periódico estaba dedicado a la comunidad flamenca que allí vivía y combinaba artículos en neerlandés y en inglés.

A pesar de su importancia y alcance, poco a poco la popularidad del periódico fue decayendo: los inmigrantes originarios iban muriendo y sus descendientes no tenían ese vínculo ni con el idioma ni con el país de sus antepasados. De hecho, en 2006 el periódico estuvo a punto de quebrar, pero fue salvado por una aportación del gobierno de Flandes y una oleada de nuevas suscripciones.

 

Últimos años

Durante mucho tiempo, el periódico se mantuvo a flote gracias al trabajo de muchos voluntarios que colaboraban desinteresadamente, principalmente originarios también de la provincia de Flandes Occidental, como su fundador. En 2015, el periódico dejó de publicarse en papel y pasó a estar disponible únicamente online, pero eso tampoco ha evitado la quiebra: en estos momentos tiene aún 900 suscriptores, pero no son suficientes para mantenerlo a flote.

Si queréis visitar la web, que todavía sigue activa, podéis hacerlo aquí.

 

La fiesta de la Comunidad Francesa

'Episodio de la Revolución belga de 1830', obra del pintor Gustaaf Wappers.
‘Episodio de la Revolución belga de 1830’, obra del pintor Gustaaf Wappers. La fiesta de esta Comunidad está directamente relacionada con la independencia de Bélgica.

Cuando hablamos de Bélgica, a menudo usamos los términos Valonia y Comunidad Francesa (hoy Federación Valonia-Bruselas) como si fueran sinónimos, cuando realmente no lo son. Es cierto que el sur es mayoritariamente francófono pero ni todos los francófonos viven en Valonia (más de un tercio viven en Bruselas) ni toda Valonia es francófona (ya que incluye los Cantones del Este, la Comunidad de habla alemana).

Al igual que las otras comunidades lingüísticas, la Comunidad Francesa aparece en los años 70, cuando comenzó la descentralización de Bélgica. A diferencia de en Flandes, donde la Comunidad lingüística y la región física sí se unieron para crear un único órgano gubernamental, el gran número de francófonos en Bruselas (fuera de Valonia) y la existencia de una segunda lengua oficial en territorio valón (el alemán) hizo que la Comunidad Francesa y la Región de Valonia no se unieran. Sin embargo, la Comunidad Francesa y Valonia sí que tienen una presencia conjunta en el exterior y ante ciertas instituciones.

En 2011 la Comunidad Francesa de Bélgica optó por llamarse Fédération Wallonie-Bruxelles, nombre no exento de polémica ya que los flamencos entienden que se les excluye de Bruselas, ciudad oficialmente bilingüe. Tal ha sido la polémica que el gobierno de Flandes se niega a usar ese nombre (oficialmente porque «no aparece así en la Constitución«, cosa que efectivamente es cierta, ya que se mantiene el nombre de «Comunidad Francesa») y la televisión pública flamenca tampoco lo usa.

El 27 de septiembre es festivo oficial desde 1981 y se realizan numerosos conciertos y actividades culturales en Bruselas y en ciudades francófonas de la Valonia.

 

¿Qué se celebra?

Se conmemora la expulsión de las tropas del príncipe Federico de los Países Bajos de Bruselas durante la Revolución de 1830 que culminó con la independencia de Bélgica. La revuelta había comenzado el 25 de agosto de ese año tras la representación de la ópera La muda de Portici (en francés, La muette de Portici) en el Teatro de la Moneda.

El príncipe Federico había dispuesto cerca de 14.000 hombres en el Parque de Bruselas para restaurar el orden en la ciudad, pero los bruselenses, con ayuda de voluntarios valones, lograron que las tropas holandesas se retiraran del parque en la madrugada del 26 al 27 de septiembre de 1830 de manera definitiva. El 4 de octubre, Bélgica declaró su independencia.

La elección de la fecha tiene un doble significado: por un lado, es un día de enorme importancia en la independencia de Bélgica y, por otro lado, la ayuda de los voluntarios valones al pueblo de Bruselas subraya el vínculo que une a estas dos regiones.

 

¿Tiene símbolos propios? ¿Y capital?

La Federación Bruselas-Valonia usa la misma bandera que Valonia (la del Gallo Valón, de la cual ya hemos hablado) de manera oficiosa desde 1975 y de manera oficial desde 1998. No tiene himno.

La capital de la Federación se encuentra en Bruselas y su parlamento se ubica en el Hôtel de Ligne, un edificio muy próximo al Palacio Real. El parlamento lo componen 94 diputados: los 75 del Parlamento de Valonia más 19 del grupo francófono del Parlamento de la Región de Bruselas.

Su presidente es el socialista Rudy Demotte.

El accidente de Précot

 

Interior de la estación de tren de Lovaina. Wikimedia Commons
Interior de la estación de tren de Lovaina, de donde salió uno de los trenes implicados en el accidente. Wikimedia Commons

A pesar de que el tren es uno de los medios de transporte más seguros, desgraciadamente también hay accidentes. Sin in más lejos, uno de los más graves de los últimos años en Europa se produjo en Buizingen (sur de Bruselas) en 2010, cuando un tren que se había saltado un semáforo chocó contra otro que estaba parado, provocando 19 muertos y 162 heridos.

Sin embargo, el de Précot (pedanía del municipio de Grez-Doiceau, situada cerca de Waterloo) es algo distinto: 8 personas murierion y 12 resultaron heridas. En principio, la causa fue que un conductor de tren se saltó un semáforo en rojo, pero lo peor vino justo después: un problema de idioma entre dos empleados de los ferrocarriles belgas (un flamenco y un francófono) que no se entendieron al teléfono, a lo que siguió una catarata de errores humanos.

 

¿Qué ocurrió?

El accidente se produjo el 27 de marzo de 2001 hacia las 8:47 de la mañana en la línea de ferrocarril Lovaina-Ottignies: un empleado de la estación de Wavre (Valonia, muy cercana al lugar del suceso) se percató a las 8:40 de que un tren vacío se había saltado un semáforo en rojo e iba hacia Lovania (Flandes) por la vía equivocada, en sentido contrario.

El empleado llamó por teléfono a la estación de Lovaina (de donde iba a salir por esa misma vía un tren con pasajeros hacia Ottignies) para informar del hecho, y aquí sucedió el que para muchos es el momento clave: durante unos 30 segundos, el empleado de Wavre y el de Lovaina mantuvieron una conversación sin sentido en la que ninguno entendía al otro. El valón llamó en francés a su colega flamenco, quien le respondió «no entiendo, no entiendo, ¿hablas flamenco?», a lo que siguió un «espera» en francés y un largo silencio. El empleado flamenco entendió que le habían colgado y también colgó, terminando así la conversación. Los empleados no tenían la obligación de ser bilingües o de hablar el otro idioma oficial del país.

A todo esto y ante el pánico reinante en la estación de Wavre, no se siguieron correctamente los protocolos y empezaron a sumarse un sinfín de errores humanos: se tardó más de lo normal en llamar a la central para que cortaran la corriente de la catenaria (y así hacer que los trenes usaran el freno de emergencia) y cuando lo hicieron, llamaron a Bruselas en lugar de a Namur, que era la oficina responsable. La línea de ferrocarril Lovaina-Ottignies no tenía conexión telefónica, por lo que nadie podía ponerse en contacto con los maquinistas. Y mientras tanto, y dado que no se sabía dónde estaban los trenes exactamente, se involucró también a las oficinas de Namur (por la parte valona) y Amberes (por la parte flamenca), creando una confusión aún mayor. La actuación desde la estación de Lovaina fue también criticada por su pasividad.

Cuando finalmente desde Namur se pudo cortar la electricidad, eran ya las 8:45. El accidente se produjo dos minutos más tarde: ambos trenes chocaron de frente.

 

Consecuencias

Se celebró un juicio y la sentencia se dio a conocer el 15 de septiembre de 2004: la SNCB/NMBS (ferrocarriles belgas) fue declarada culpable del accidente, exonerando de toda responsabilidad a los maquinistas de ambos trenes (que fallecieron en el acto). De hecho, fueron concretamente los empleados involucrados en las cadenas de comunicación y mando explicadas anteriormente (Wavre, Namur, Amberes, Lovania y Bruselas) los señalados como culpables ya que el tribunal consideró que no habían actuado con la coordinación y rapidez exigibles en una situación tan crítica. La SNCB/NMBS no recurrió y fue condenada a pagar cerca de 100.000 Euros.

Las autoridades reconocieron que si no hubiera habido un problema con el idioma, el accidente se hubiera podido evitar, o al menos amortiguar. Y la desgraciada cadena de errores humanos por todas las partes (aparte del idioma) llevó incluso al presidente de la SNCB/NMBS, el cristianodemócrata flamenco Étienne Schouppe, a decir que «la ley de Murphy había actuado».

Asimismo, el gobierno belga del liberal Guy Verhofstadt se comprometió a modernizar los sistemas de comunicaciones en los trenes. Pocas semanas después del accidente, todos los maquinistas tenían al menos una línea telefónica disponible.

En un reportaje de la RTBF en 2011 (10 años después del accidente), el pueblo se mostraba aún consternado por el suceso.

 

El día de Valonia

Bandera de Valonia, que también lo es de la Federación Valonia-Bruselas (antigua Comunidad Francesa de Bélgica).
Bandera de Valonia, que también lo es de la Federación Valonia-Bruselas (antigua Comunidad Francesa de Bélgica).

A diferencia de los días de Flandes y Bélgica, la Fête de la Région wallonne o Fête de la Wallonie (Fiesta de la región valona o Fiesta de Valonia) no tiene un día fijo en el calendario: se celebra el tercer domingo del mes de septiembre. En 2018, la fiesta se celebra el 16 de septiembre.

Los actos oficiales tienen lugar tanto el sábado como el domingo: el sábado se pronuncian los discursos del Ministro-Presidente de Valonia y del presidente del Parlamento Valón, mientras que el domingo tiene lugar la llamada Cérémonie du souvenir (ceremonia del recuerdo) en el cementerio de Belgrade de Namur: en ella tiene lugar una manifestación y una ofrenda floral en varias de sus tumbas (caídos de la II Guerra Mundial y personalidades valonas). Y al igual que en Flandes, en Valonia también se otorgan con motivo de las fiestas las Medallas de Valonia (Distinction du Mérite wallon), que empezaron a concederse en 2011.

No se debe confundir el Día de Valonia con la Fiesta de la Federación Valonia-Bruselas, antigua Comunidad Francesa de Bélgica (Fête de la Fédération Wallonie-Bruxelles), que se celebra un poco más tarde, el 27 de septiembre.

 

¿Qué se celebra?

Los valones conmemoran su participación en la Revolución de septiembre de 1830 que desembocó en la independencia de Bélgica.

Sin embargo, el origen del Día de Valonia (aparece por primera vez a finales del siglo XIX aunque oficialmente se creó en 1923) tiene un doble significado: por un lado reafirmar el patriotismo de los valones y, por otro lado, reivindicar la conciencia valona y movilizar al pueblo valón en defensa de sus intereses y derechos.

A propósito de la «conciencia valona», hablaremos de ella y del movimiento regionalista valón en posts posteriores, ya que ha tenido una importancia en la historia de Bélgica mucho mayor de lo que parece.

 

¿Cuáles son la bandera y el himno de Valonia?

De un estilo muy similar a la de Flandes, la bandera de Valonia se compone de un gallo rojo sobre un fondo amarillo. Esta bandera es tanto la de Valonia como la de la Federación Valonia-Bruselas (antigua Comunidad Francesa de Bélgica).

La bandera fue concebida por el periodista bruselense Richard Dupierreux y diseñada por el artista valón Pierre Paulus en 1912, formando parte desde entonces del regionalismo valón. Los colores amarillo y rojo se corresponden con los colores históricos del antiguo Principado de Lieja (donde comenzó el movimiento valón) y la adopción del gallo evoca a los orígenes galos de la región (gallus). Asimismo, el gallo es también uno de los símbolos de la República Francesa, tan próxima a Valonia tanto cultural como históricamente.

Por último, el himno de Valonia es el Chant des Wallons (en francés) – Li Tchant des Walons (en valón), compuesto en 1900 originariamente en idioma valón (y dialecto de Lieja).

Tanto la bandera como el himno son oficiales en Valonia desde 1998.